por Mary Garden
Publicado en The Humanist, septiembre/octubre de 2007
Allá por el año 1979, cuando vivía en Pune,
Bhagwan (Osho), en su primer sermón tras el suicidio del hombre, trató de tranquilizarnos diciendo que el hombre ya se había reencarnado en un alma más iluminada. Pero yo estaba bastante alterada y recuerdo que pensé lo extraño que era que alguien se suicidara después de un curso de meditación. ¿No se supone que la meditación es algo que se hace para conseguir —cuanto menos— tranquilidad espiritual? Me preguntaba si quizás sufría una enfermedad mental y puede que no debiera haber participado en el curso. Pero incluso padeciéndola, ¿la meditación no debería haberle ayudado? No se me ocurrió que la meditación en sí pudiera haber sido la causa de un desequilibrio mental que le empujara al borde del abismo; que la meditación pudiera ser perjudicial para algunas personas. ¿Tal idea ha aparecido jamás en los medios convencionales, por no hablar de la infinidad de revistas de
Desde la década de los setenta del siglo pasado, la meditación se ha ido haciendo cada vez más popular en Occidente y se promueve como una forma para reducir el estrés, conseguir la relajación e incluso tratar la depresión. Actualmente se utiliza en las aulas, los centros penitenciarios y los hospitales. Aquí en Australia, los maestros y grupos de meditación han aparecido como champiñones: cientos de ellos salen rumbo a los cursos gratuitos (solo se aceptan donativos) de diez días de Vipassana o se sientan y meditan con grupos como el Brahma Kumaris o Sahaja Yoga. Existe la suposición y la creencia generales de que la meditación es una técnica secular y que es buena para todo el mundo.
Los tipos de meditación que se suelen enseñar más habitualmente incluyen permanecer sentado sin moverse y concentrarse en la respiración, repitiendo en silencio un sonido (mantra) o visualizando una imagen. Lo que a menudo se pasa por alto es que estas técnicas de meditación orientales nunca fueron concebidas como métodos para reducir el estrés y conseguir la relajación. Son esencialmente instrumentos espirituales diseñados, al parecer, para "limpiar" la mente de impurezas y alteraciones con el fin de lograr la llamada "iluminación" (un concepto tan impreciso como "Dios").
En las escrituras hindúes, el Bhagavad Gita, el dios Krishná le dice a Árjuna:
"Sentado y concentrando la mente en un solo objeto, controlando los pensamientos y las actividades de los sentidos, deja al yogui practicar la meditación para la autopurificación... Manteniendo siempre la mente fijada en el Ser, el yogui, con la mente sometida, alcanza la paz del Supremo nirvana, uniéndose a Mí."
También K. Sri Dhammananda, nacido en Sri Lanka, quien antes de su muerte en 2006 fuera el monje budista Theravada más destacado de Malasia y Singapur, escribió: "Nadie puede alcanzar el Nibbana [nirvana] ni la salvación sin desarrollar la mente por medio de la meditación. La meditación es una forma agradable de conquistar las impurezas que contaminan la mente."
La gente ha abusado de la práctica de la meditación. Quieren resultados rápidos e inmediatos, del mismo modo en que esperan beneficios rápidos de todo cuanto hacen en su vida cotidiana... la mente debe controlarse lentamente y no hay que intentar alcanzar los estados más altos sin una formación apropiada. Hemos oído hablar de jóvenes demasiado entusiastas que salieron literalmente de sus mentes porque adoptaron las actitudes equivocadas hacia la meditación.
El Dr. Lorin Roche, maestro de la meditación, afirma que el principal problema surge del modo en que los practicantes de la meditación interpretan las enseñanzas budistas e hindúes. Señala que las técnicas de meditación que fomentan el desapego del mundo solamente iban destinadas a monjes y monjas. Ha dedicado treinta años de su vida a entrevistarse con personas que meditan regularmente y afirma que muchas estaban deprimidas. Dice que han tratado de desprenderse de sus deseos, sus amores y su pasión. "La depresión es un resultado natural de la pérdida, y si internalizas las enseñanzas que te envenenan contra el mundo, entonces sin duda te vas a deprimir."
El Dalai Lama ha dicho que las formas orientales de meditación deben utilizarse con cuidado: "Los occidentales que llevan a cabo con demasiada rapidez una meditación profunda deben aprender más acerca de las tradiciones orientales y formarse mejor de lo que suelen hacerlo. En caso contrario, pueden aparecer ciertas dificultades físicas o mentales."
No recuerdo haber recibido ninguna de estas advertencias cuando empecé a meditar, aunque probablemente no les hubiera prestado demasiada atención en caso de haberlas recibido. Junto con mis compañeros "buscadores", consideraba que cualquier experiencia negativa curaba o sencillamente hacía desaparecer el mal karma.
Medité mucho en los años setenta y entonces pensaba que era superior a los que no lo hacían. Por suerte no sufrí ninguna crisis (aunque seguramente a veces estuve "fuera de mí"). Tuve todo tipo de experiencias extrañas y sorprendentes y, al principio, a menudo sentía beatitud y éxtasis. Hubo unas pocas veces en las que sentí que formaba "un todo con el universo" y, en una ocasión, empecé a alucinar que los árboles de fuera vibraban con luz blanca, convencida de que podía oír el sonido Om sagrado retumbando en la noche del Himalaya.
Además de a meditaciones hindúes, que comportaban el murmuro de mantras de diversos tipos (incluso pasé un tiempo con los Hare Krishnas en Vrindaban, donde utilizaba un mala bordado con 108 cuentas para cantar "Hare Krishna, Hare Krishna, Krishna Krishna, Hare Hare" durante todo el día), también asistí a cinco retiros budistas de Vipassana de diez días de duración. El maestro era S. N. Goenka. Su organización dirige actualmente retiros en todo el mundo y son, de lejos, los cursos de meditación más populares que se ofrecen. Estos cursos requieren estar sentado hasta catorce horas al día, controlando la respiración y las sensaciones del cuerpo e intentando distanciarse. El objetivo (además de la iluminación) es la ecuanimidad. No hay que prestar atención a las sensaciones de felicidad, como tampoco a las de malestar físico (ni tan si quiera angustia intolerable) que puedan aparecer por el hecho de permanecer sentado durante tanto rato. Los practicantes de la meditación no tienen permitido hablar, escribir ni leer. Tampoco se cena; únicamente se toma una taza de té de hierbas.
Cuando finalmente me di por vencida en la búsqueda de la iluminación a finales de los años setenta y regresé a la vida mundana, también abandoné la meditación (a excepción de algunos minutos sentada, de vez en cuando, controlando mi respiración según el método de Vipassana). Sin embargo, con el paso de los años, me he sentido culpable por ser tan perezosa: "Deberías meditar", insiste mi voz crítica interior. "Todos los días, por lo menos media hora." ¿Pero por qué? Me pregunto ahora. ¿Realmente me aportó algo bueno? La vida me va perfectamente bien sin la meditación. Si busco paz y relajación, me doy un masaje, me sumerjo en la bañera con agua caliente o nado veinte largos en la piscina. O doy un largo paseo. O simplemente me siento en una silla y no hago nada. ¿La meditación realmente es tan beneficiosa como proclaman sus defensores?
Arthur Chappell, ex devoto del gurú Maharaj (también conocido como Prem Rawat), señala que la meditación priva de estímulos la mente (deprivación sensorial) y se pregunta si desensibilizar la mente de estímulos puede realmente "afectar a la capacidad de un individuo de reaccionar adecuadamente con el nivel de miedo, amor y otras emociones necesarias en cualquier situación social que se tercie". Chappell afirma que las mentes se pueden atrofiar (del mismo modo en que lo hacen las extremidades) si no se utilizan para fines diversos:
"Muchos practicantes de la meditación presentan dificultades para realizar sencillos cálculos aritméticos y recordar los nombres de sus amigos tras una meditación prolongada. El efecto es parecido al de la obliteración de la lengua inglesa en 1984 de George Orwell."
En los últimos años, los neurocientíficos han examinado los efectos de la meditación en el cerebro. El profesor Richard Davidson de Wisconsin, durante mucho tiempo practicante él mismo de la meditación budista, afirma que la meditación puede "cambiar los estados neuronales en circuitos que pueden ser importantes para la conducta compasiva y la regulación emocional y de la atención". Sin embargo, otros científicos argumentan que las afirmaciones de Davidson no se han corroborado y que sus estudios contienen graves fallos que van desde el diseño experimental hasta las conclusiones.
El Dr. Solomon Snyder, responsable de neurociencia de
¿Y qué hay de todas esas buenas sensaciones que uno puede experimentar con la meditación? ¿Hay otra explicación, por ejemplo, para esa sensación trascendental de formar un todo con el universo?
El Dr. Andrew Newberg de
El Dr. Michael Persinger, profesor de neurociencia de
En los últimos años, Persinger se ha dedicado a investigar las llamadas experiencias "místicas" bajo condiciones controladas de laboratorio. Hizo que los voluntarios se colocaran un casco dotado de una serie de imanes a través del cual transmitía una débil señal electromagnética. Persinger descubrió que las crisis epilépticas inducidas magnéticamente en los lóbulos temporales generan el mismo tipo de alucinaciones y experiencias místicas que las descritas por los pacientes epilépticos. Cuatro de cada cinco personas, afirma, notifican una "experiencia mística, la sensación de que hay una entidad o ser vivo detrás o cerca suyo". Algunos lloran, otros sienten que Dios les ha tocado, otros se asustan y hablan de demonios y espíritus malignos. "Eso sucede en el laboratorio", concreta Persinger, refiriéndose a que los sujetos saben que están en un entorno controlado. "¿Hasta qué punto podrían ser más intensas estas experiencias si sucedieran bien entrada la noche o en el banco de una mezquita o sinagoga?"
¿Indica eso que las llamadas "experiencias místicas" pueden estar causadas por crisis epilépticas, por una disfunción temporal de los circuitos cerebrales provocada por condiciones anómalas como la privación sensorial o la disminución del riego sanguíneo en el lóbulo parietal? ¿Es eso lo que me sucedía?
Además de los hallazgos de los neurocientíficos, hay indicios que no deberían pasarse por alto. Sin duda los retiros prolongados para meditar presentan peligros potenciales, especialmente para los principiantes.
Christopher Titmuss, ex monje budista que actualmente vive en Inglaterra, celebra anualmente retiros de meditación Vipassana en Bodh Gaya,
En un foro de debate sobre Vipassana de Goenka llamado tribe.net, un participante llamado Tristan escribe:
"Desearía poder decir cosas maravillosas sobre mi experiencia, pero no puedo. Permanecí allí los diez días, muchos de ellos con alucinaciones increíbles, desde estar dentro de un huevo y ser un animal parecido a un pájaro con las alas rotas, hasta seguir túneles a través de mi cerebro o sentirme completamente en conexión con el universo. No hay problema, me dije, es solo una sensación. Estoy perfectamente a salvo. El último día del retiro, al escuchar el último sermón, solté un inmenso chillido y me desplomé."
Tristan dice que tuvo un brote psicótico y terminó en un hospital psiquiátrico, donde permaneció varias semanas.
Con los cursos de Goenka ha habido diversos intentos fallidos de suicidio en
Sin embargo, una mujer que recientemente se puso en contacto conmigo me dijo que su hijo hizo un curso de Vipassana en enero en Nueva Zelanda, que le resultó una experiencia muy positiva que producía muy buenas sensaciones de amor, etcétera, pero que al cabo de unos días de haber regresado sufrió un "brote psicótico". Fue trasladado a un hospital psiquiátrico donde respondió bien a la medicación y actualmente toma antidepresivos.
Su hijo no tenía antecedentes de inestabilidad mental, ni tampoco había ningún antecedente en la familia. Nunca antes había probado la meditación ni había consumido drogas.
Geoffrey Dawson, maestro de meditación Zen y psicoterapeuta en Sídney, ha localizado a veinte personas que tuvieron experiencias mentalmente angustiantes a consecuencia de asistir a cursos en el Centro de retiro de Vipassana de Goenka en Blackheath (situado en las Montañas Azules de Australia). Dawson dice que estos practicantes de la meditación quedaron fragmentados en lugar de integrados, y sus experiencias incluyeron ataques de pánico, episodios depresivos, o ambos, que en la mayoría de los casos persistían meses después de haber terminado el retiro. También hubo algunos episodios maníacos, uno de los cuales posteriormente se diagnosticó y trató como un trastorno bipolar. Una mujer cuya hija había asistido a un retiro se puso en contacto con Dawson. Los amigos y familiares de la chica se dieron cuenta de que después del retiro se convirtió en una persona fría y obsesiva. Su trastorno psicológico empeoró y al cabo de unos meses se convirtió en un trastorno psicótico. A los dieciocho meses fue hospitalizada y se suicidó.
Dawson sostiene que es sumamente importante que la gente se inicie en los retiros de meditación de forma gradual, algo que no ocurre en el enfoque de Goenka [y de otros]. Dawson es sumamente selectivo en lo que se refiere a las personas que pueden asistir a sus retiros. Inicia a la gente en la meditación diaria regular, junto con una meditación en grupo a la semana; luego les ofrece la posibilidad de asistir a retiros de uno o dos días, y les introduce gradualmente a un retiro más prolongado.
Dawson sugiere que "si se adopta un enfoque gradual en los retiros de meditación, se establecen procesos de apoyo durante los mismos y se realiza un seguimiento", aunque no se garantiza que los participantes no vayan a tener experiencias negativas, "sin duda se contribuye a prevenir y minimizar el desarrollo de trastornos mentales".
El psicólogo clínico de Colorado Dr. Lois Vanderkooi, que ha escrito sobre la psicosis relacionada con la meditación, apunta que es importante realizar una selección cuando se pretende realizar meditación intensiva y sugiere que puede lograrse fácilmente con un cuestionario en el que se formulen preguntas sobre antecedentes psiquiátricos.
En los retiros de Goenka ahora se utilizan cuestionarios. Afirma que los retiros no se recomiendan a personas con trastornos psiquiátricos graves, ya que es poco realista esperar que Vipassana cure o alivie problemas mentales. Los formularios de solicitud incluyen preguntas como: "¿Tiene o ha tenido alguna vez problemas de salud mental tales como depresión o ansiedad significativas, ataques de pánico, maniacodepresión o esquizofrenia?" Hay también la pregunta: "¿Ha tenido alguna experiencia anterior con técnicas de meditación, terapias o prácticas curativas?" Esta pregunta en concreto permite a Goenka rechazar a las personas que practican una terapia espiritual llamada Reiki. Afirma que ha habido muchos casos en todo el mundo en los que la mezcla de meditación Reiki y Vipassana ha causado daños a los practicantes de Reiki hasta el punto que algunos han llegado a sufrir desequilibrios mentales. Goenka sostiene que tales prácticas "intentan alterar la realidad por medio de la exhortación a una fuerza externa o autosugestión (como la autohipnosis). Ello impide al practicante poder observar la realidad tal cual es".
¿Pero los cuestionarios son suficiente? Difícilmente pueden detectar a las personas con trastornos psiquiátricos no diagnosticados. También dependen totalmente de que la gente diga la verdad. Las personas pueden mostrarse reacias a rellenarlos con honestidad si ello puede hacer que se les deniegue la participación en el retiro. El Proyecto Icarus, una comunidad web que apoya a las personas con trastornos mentales, considera que los cuestionarios son "arbitrarios, intrusivos y discriminatorios" y alega que las personas que solicitan la asistencia a un retiro "simplemente ocultan sus antecedentes psiquiátricos en la solicitud para evitar la estigmatización". También afirman que personas con esquizofrenia, trastorno límite de la personalidad o trastorno bipolar no solo han realizado retiros de meditación, sino que además se han dado cuenta de que la meditación es un valioso instrumento de recuperación.
Richard, ex practicante de meditación que solo quiso identificarse por su nombre, hace las observaciones siguientes:
Los que juegan la carta de la defensa de la "enfermedad mental" parecen tener un interés especial por la filosofía oriental. La meditación parece crear desequilibrio mental al interferir con la química del cerebro. Según se sabe, los enfermos mentales podrían estar mejor dotados para enfrentarse a dichas alteraciones, ya que están acostumbrados a las mismas. Es decir, la defensa de la enfermedad mental no parece basarse en hechos, sino que sirve de excusa instintiva a por qué vemos casos negativos relacionados con la meditación: "la persona ya estaba loca al empezar, no fue la meditación, fue su problema".
Si uno no persigue la iluminación o las experiencias espirituales, entonces no puedo evitar pensar que el ejercicio podría ser mejor para el bienestar físico y mental que la meditación. Me encanta ir por las mañanas a la piscina a nadar.
Después de mi odisea por
Los que desean sentarse, cerrar los ojos
y meditar para saber si el mundo dice la verdad o miente,
pueden hacerlo. Es su elección. Pero yo, mientras tanto,
con ojos hambrientos que no pueden ser satisfechos
miraré el mundo en pleno día (1896)
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