Todos los pensamientos, desde el más simple al más complejo, son conexiones que se ponen en marcha para lograr una solución, procesos mediadores que se interponen entre un estímulo y una respuesta satisfactoria.
Para pensar nos movemos en el plano de las abstracciones, las generalizaciones y los conceptos.
Cuando se controla rigurosamente el contenido del pensamiento, se influye para determinar qué se debe pensar, apartando todo pensamiento racional y sus principios lógicos básicos: la contradicción (que debe desterrarse de todo grupo sectario), la causalidad (que se instaura en su opuesto como causa-efecto) y la relación entre el todo y las partes (que pierde la jerarquía entre los niveles de la realidad).
Este es el “pensamiento sectario”: intenta instaurar desconexiones, que se complementarán con el pensamiento no-racional, el “pensamiento mágico”, cuya modalidad es la utilización abundante de “imágenes”, representaciones deformantes que deberán imponerse más allá de toda racionalidad. La influencia es real pero indirecta, efectiva sólo si el estímulo (el líder, el reclutador, el grupo mismo) está en contacto.
Las fantasías son, en ocasiones, un escape de las realidades desagradables de la vida; cuando se desarrollan con intensidad y sustituyen la vida real, resultan nocivas, porque desvinculan al individuo de su ambiente: el grupo es una fantasía que sólo podrá sostenerse si las imágenes saturan la realidad del individuo.
Imaginemos cuan expuestos estamos a través de los medios a las “fantasías” subliminales que intentan instalar en nuestras conciencias; nada nuevo, pero aún efectivo. Ahora imaginemos que estamos rodeados de un grupo de personas que manipulan estímulos creados especialmente para ello: luces, tonos de voz, sonidos, dramatizaciones, brebajes, todo dispuesto para saturar cada uno de nuestros sentidos con “fantasías”, para que comencemos el ensueño que nos llevará a vivenciar una falsa realidad; peor aún, una pesadilla.
Soñar es una actividad del pensamiento caracterizada por la aglutinación de imágenes y la alteración de las dimensiones temporales y espaciales, donde pueden fluir acontecimientos incoherentes, hasta absurdos. Los grupos sectarios intentan distorsionar hasta la fantasía: emplean técnicas que inducen a un símil “estado de ensoñación”, a través de estímulos externos, sumergiendo al individuo en un mundo de “ensueños”.
Producto de lo anterior, el sujeto grupo-dependiente repetirá frecuentemente palabras, frases o grupos verbales (que identifican con el grupo), mantiene un “pensamiento perseverante” que impide una conversación fluida. Las “ideas directrices” conducen la conversación (o monólogo); siguen una línea que, por ser intermitente puede alterarse, porque la capacidad que tiene toda persona para combinar ideas y símbolos, no puede ser desplazada (sólo se obstruye el curso del pensamiento).
En las “creencias perseverantes”, subyace una tonalidad emocional que se manifiesta cuando otra persona plantea dudas sobre la autenticidad de aquellas ideas; quien las mantiene, el sujeto grupo-dependiente, se siente obligado a defenderlas, porque los hechos y las creencias se entrelazan y resulta difícil distinguir unas de otras. Sabemos que algunas de sus “creencias” lo vuelven “incoherente”, por ello nuestras actitudes siempre serán consideradas erróneas. Si la persona que depende “cree” que su grupo es superior y nosotros inferiores, sus ideas sobrevaloradas siempre lo llevarán a conclusiones erróneas ante nuestras exposiciones. Si presentáramos una mezcla de hechos con afirmaciones probadas, el sujeto grupo-dependiente tendrá dificultad en detectar las contradicciones. Evitaremos entonces prestar atención a la “incoherencia discursiva” para lograr el acercamiento.
Pero si jugamos imaginativamente, metiéndonos en el “estado de ensoñación”, en comprensión absoluta de la situación de grupo-dependencia de quien nos ocupa y preocupa, podremos romper el engranaje de su “pensamiento sectario”.
Esta aproximación podría resultar válida para explicar por qué el sujeto grupo-dependiente se desvincula, por qué cree en conceptos inadecuados, por qué defiende la postura sectaria, por qué sanaciones, curaciones, exorcismos y falsos milagros se verán como reales, o por qué no puede pensar sin ensoñar. Afortunadamente, en la esfera del pensamiento no existen islas y los contenidos, fluyen.
Siempre se intenta interpretar los sueños “mágicamente”, suponiendo que proporcionan conocimientos ocultos; en las sectas es a la inversa: se oculta en ellos el contenido. Y si esto es cuanto se emplea en los grupos sectarios, será porque tan solo son “imagen y fantasía”.
Mara Martinoli
Fuente de información: APG ARGENTINA
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