Si la expresión «lavado de cerebro» se confunde a menudo con «control mental», también el término «hipnotismo» es muchas veces mal interpretado. El empleo de la palabra «hipnotismo» en varias formas es muy común en nuestras conversaciones habituales (muchas veces decimos cosas como «ella le hipnotizó con su sonrisa»).
En realidad, la mayor parte de las personas no entienden muy bien lo que es la hipnosis. Cuando se menciona el término, la primera imagen que acude a la mente es la de un doctor barbudo que balancea de la cadena un viejo reloj de bolsillo ante la cara de una persona a quien se le cierran los párpados.
Si bien esta imagen es desde luego un estereotipo, apunta al objetivo central del hipnotismo: el trance. Los individuos que son hipnotizados entran en un estado como trance que es fundamentalmente distinto de la conciencia normal. La diferencia estriba en que en el estado consciente normal, la atención se dirige hacia afuera a través de los cinco sentidos, mientras que en el trance la atención se dirige hacia adentro. Uno escucha, ve y siente internamente. Naturalmente, existen varios grados de trance, que varían desde el leve trance normal de soñar despierto hasta los estados profundos en los cuales el individuo pierde casi por completo la conciencia del mundo exterior y es extremadamente susceptible a las sugestiones que se puedan implantar en su mente.
El hipnotismo está relacionado de muchas maneras con las prácticas de control mental antiético de las sectas destructivas. En muchas de las sectas que se definen como religiosas, lo que a menudo se denomina «meditación» no es más que un proceso por el cual los miembros de la secta entran en trance, momento en el que pueden recibir sugestiones que les harán más receptivos para seguir fielmente la doctrina de la secta. Las sectas no religiosas emplean otras maneras de introducir individual o de grupo. Además, como estar en trance resulta por lo general una experiencia relajante y placentera, la mayor parte de la gente desea entrar de nuevo en trance tantas veces como sea posible. Es importante resaltar que los investigadores psicológicos han establecido clínicamente que las facultades críticas de los individuos disminuyen en el estado de trance. Uno está menos capacitado para evaluar la información recibida en un trance que en un estado normal de conciencia.
La capacidad de la hipnosis para afectar a las personas puede ser considerable. Es posible ponerlas en trance en cuestión de minutos, y realizan entonces proezas notables. Quizás el ejemplo más conocido es aquel en que a un sujeto hipnotizado se le clava una aguja muy larga en el muslo y no siente dolor. A un individuo hipnotizado se le puede hacer bailar como Fred Astaire, tenderse entre dos sillas y adoptar la rigidez de una tabla, comportarse como si tuviera las manos «pegadas» a los costados, y cosas por el estilo. Si puede lograrse que realicen semejantes hazañas, lograr que los sujetos hipnotizados crean que forman parte de unos «pocos escogidos» también es fácil de conseguir.
Por lo general, las sectas destructivas inducen el trance en sus miembros a través de largas sesiones de adoctrinamiento. Las repeticiones y el forzar la atención son buenos medios para la inducción de un trance. Si observamos a un grupo en esa puesta en escena, es fácil distinguir cuándo se ha conseguido el trance. Los presentes parpadean y tragan con lentitud, y sus expresiones faciales se relajan y adoptan una actitud vacía y neutra. Con los individuos en semejante estado, los líderes sin escrúpulos pueden implantarles creencias irracionales. Yo he visto a personas de una gran fuerza de voluntad que hipnotizados hacían cosas que normalmente no habrían hecho jamás.
Extracto del libro "Control Mental de las Sectas y Como Combatirlas" de Steve Hassan
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